

Uno de los placeres más gratificantes para disfrutar de un paseo por el casco antiguo de Dalt Vila, sobre todo fuera de la temporada estival, es perderse sin rumbo por sus callejuelas.
El carrer de Santa María con sus lienzos de muralla a pie de calle y sus restos arqueológicos que nos hablan de la ciudad primigenia de púnicos y romanos, el carrer de la Soledat, intimo y solitario, la cuesta del Pintor Mariano Tur de Montis con las vistas a la Catedral de Ibiza y las matas de alcaparras derramándose por sus paredes, las empinadas cuestas del carrer de Ignasi Riquer y el carrer Major con las fachadas de las casas señoriales que fueron alojamiento de las familias más pudientes y administraciones locales y nacionales hasta hace bien poco.
Sencillos pavimentos de guijarros centenarios se codean hoy día con baldosas de piedra futo de alguna mal llamada “rehabilitación urbana”, que si bien son más cómodas y fáciles de mantener, se sienten como un ente extraño en el conjunto. Y una excesiva y mal gestionada relajación en las normas urbanísticas en el centro histórico de Ibiza (muy especialmente en Dalt Vila que es lo que compete directamente a la declaración de Ibiza – Patrimonio de la Humanidad) ha hecho aparecer innumerables elementos en calles, fachadas, voladizos y terrazas, etc, ajenos por completo a la identidad urbana del barrio.
¡Pero son tiempos nuevos! y no se puede luchar contra el progreso… ¿o sí?
Així et vull, mar, cenyit a una arbitrària
geografia d’illes i de ports,
evocant una alegre mitologia, oberta
dins de les teves aigües encalmades.
Un pur hivern d’insinuitats oreigs
dins teu es banya i el teu blau refreda.
Regira el sol brillosa pedreria
quan et fereix amb fletxes inflamades.
Mar que dalt dels palmells duus el veler
d’oberta gràcia, alígera i segura.
Per estols de dofins repuntat, així et vull.
Sempre verge a la proa, aigua serena,
recorreguda per deixants de goig,
juganera esclafint damunt la sorra.
María Villangómez Llobet. "Poemes mediterranis". 1943-1944.